martes, 4 de marzo de 2014

Aprender del pasado.


 
Soy estudiante de Marketing y en una de mis asignaturas "Liderazgo y motivación de equipos de trabajo", nos habló la profesora, María Teresa Palomo, sobre un terminó que me llamó bastante la atención. Resiliencia. Era la primera vez que lo escuché asique decidí informarme y aquí os traigo una entrada para reflexionar y pensar.

Tras este aparatoso nombre se encuentra un “nuevo” concepto que proviene de la física hasta aterrizar en el campo de la salud mental. Se refiere a la capacidad que tiene un material para recuperar su forma tras ser sometido a circunstancias que lo deforman. En el campo humano se referiría a la capacidad de las personas para mantener un funcionamiento adaptativo y adecuado frente a las adversidades, o sea, seguir funcionando sin venirse abajo ante acontecimientos negativos. También puede describirse la resiliencia como la capacidad de una persona para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves, es decir, el proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes del trabajo o financieras. Significa "rebotar" de una experiencia difícil, como si uno fuera una bola o un resorte.

Se ha demostrado que la resiliencia es ordinaria, esto quiere decir que la gente comúnmente demuestra resiliencia. Un ejemplo es la respuesta de las personas en los Estados Unidos en los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 y sus esfuerzos individuales para reconstruir sus vidas.

Ser resiliente no quiere decir que la persona no experimenta dificultades o angustias. El dolor emocional y la tristeza son comunes en las personas que han sufrido grandes adversidades o traumas en sus vidas. De hecho, el camino hacia la resiliencia probablemente está lleno de obstáculos que afectan nuestro estado emocional.

La resiliencia no es una característica que la gente tiene o no tiene. Incluye conductas, pensamientos y acciones que pueden ser aprendidas y desarrolladas por cualquier persona.
 

Una combinación de factores contribuye a desarrollar la resiliencia. Muchos estudios demuestran que uno de los factores más importantes en la resiliencia es tener relaciones de cariño y apoyo dentro y fuera de la familia. Relaciones que emanan amor y confianza, que proveen modelos a seguir, y que ofrecen estímulos y seguridad, contribuyen a afirmar la resiliencia de la persona.

Otros factores asociados a la resiliencia son:

  • La capacidad para hacer planes realistas y seguir los pasos necesarios para llevarlos a cabo.
  • Una visión positiva de sí mismos, y confianza en sus fortalezas y habilidades.
  • Destrezas en la comunicación y en la solución de problemas.
  • La capacidad para manejar sentimientos e impulsos fuertes.
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American Psychological Association ha desarrollado una serie de preguntas sobre sí mismo en relación a los retos de la vida. Este ejercicio le puede ayudar a descubrir cómo responder efectivamente a eventos difíciles.
Considere lo siguiente:
  • ¿Qué tipos de eventos le han resultado más difíciles?
  • ¿Cómo le han afectado dichos eventos?
  • Cuándo se encuentra estresado, ¿le ha sido de ayuda pensar en las personas importantes en su vida?
  • Cuándo se enfrenta a una experiencia difícil, ¿a quién ha acudido para que le ayude?
  • ¿Qué ha aprendido sobre sí mismo y sus interacciones con los demás durante momentos difíciles?
  • ¿Le ha ayudado ofrecer apoyo a otras personas que están pasando por una experiencia similar?
  • ¿Ha podido superar los obstáculos, y si es así, cómo?
  • ¿Qué le ha ayudado a sentirse más esperanzado sobre el futuro?
Hacemos referencia a los cambios generacionales. La capacidad de soportar los embates de la vida de las personas que tienen ahora más de 60-70 años, personas que tuvieron unas circunstancias, en su infancia y adolescencia, mucho más penosas que las que hemos podido disfrutar generaciones posteriores, es muy superior a la que podemos ver en chavales de 20 años a los que cualquier mínima circunstancia adversa, véase ruptura sentimental, no tener un cuerpo escultural o la incapacidad de llegar a las más altas cotas de consumo, les supone un drama de consecuencias irreparables.
 
Quizás ocurra que la resiliencia se desarrolla más adecuadamente en circunstancias adversas. Este término fue adaptado a las ciencias sociales para caracterizar aquellas personas que, a pesar de nacer y vivir en situaciones de alto riesgo, se desarrollan psicológicamente sanos y exitosos. Se ha dicho que todo comenzó con la observación de algunos niños criados en familias con padres alcohólicos, quienes pese a esto, se recuperaban y lograban una calidad de vida aceptable.
 
La resiliencia puede verse como una capacidad que podría incluir cualidades como esperanza, tolerancia, resistencia, tolerancia, adaptabilidad, recuperación o superación de contingencias, autoestima, resolución de problemas, toma de decisiones, y templanza ante presiones considerables. Otras características que destacaríamos serían el mayor coeficiente intelectual y mejores habilidades de resolución de problemas, mejores estilos de afrontamiento, empatía, conocimiento y manejo adecuado de las relaciones interpersonales y sentido del humor positivo.
 
La resiliencia conlleva conductas, pensamientos y acciones que cualquier persona puede aprender y desarrollar. Se trata de una nueva mirada de cómo los diferentes seres humanos afrontan posibles causas de estrés: malas condiciones y vejaciones en la familia, reclusión en campos de prisioneros, situaciones de crisis como las causadas por viudez o divorcio, las grandes pérdidas económicas o de cualquier otra índole. (García, Rodríguez y Zamora).
 
Los individuos “resilientes” se destacan por poseer un alto nivel de competencia en distintas áreas, ya sea intelectual o emocional, buenos estilos de afrontamiento, autoestima elevada, sentimientos de esperanza, autonomía e independencia, entre otras. Entre las características del ambiente en que se han desarrollado los sujetos resilientes se destaca que han tenido algún evento traumático a corta edad; provienen de familias con padres competentes que les han brindado relaciones cálidas y afectuosas, integrados en redes sociales de apoyo. Lo importante de todo esto es saber que disponemos de una capacidad para superar las adversidades que nos permitirá vivir mucho más y mejor.
 
Al final, todo se reduce a intentar sacar la parte "positiva" de una situación extrema vivida, algo nada fácil. Y es que hay que ser consciente de que la adversidad está presente en nuestras vidas y antes o después vamos a encontrarnos (en mayor o menor medida) con ella. Hay que intentar aprovechar las oportunidades que te pueda dar cada problema. Lo queramos o no, sufrir o pasar por un mal momento nos enseña a vivir, a valorar lo que de verdad merece la pena, o séase, las personas; a levantarnos cada mañana con un pensamiento positivo y agradecer un nuevo amanecer.

Espero que este post os ayude a ver la vida de una forma mas positiva.


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